El inicio de una revolución

Buda estaba meditando en un jardín a las afueras de un pequeño poblado, al oeste de la región de Cantón. Hilos de plata paralelos atacaban la hierba, se ensañaban con los tulipanes y estallaban, sonoros, contra las hojas de los árboles. Los ojos del maestro se abrieron lentamente y la lluvia contuvo su velocidad, caía con más tranquilidad, sin prisa, casi sin gravedad.
De pronto fijó su mirada en una gota de agua, una en particular, pero igual que las demás, puede que fuera más azulada, no lo sé, el caso es que la eligió porque sabía que era especial
La gota fue descendiendo lentamente y calló justo en el borde de un pétalo y lo hizo inclinarse hacia fuera dejando al descubierto una pequeña porción del interior de la flor. Siguió su camino hacia el interior de la flor dejando a su paso un leve riachuelo que sirvió de guía y camino para otras gotas que, ahora, caían también en el interior de la flor. Esta se fue llenando de agua hasta que sus pétalos no pudieron aguantar la presión y se extendieron mostrando la flor de loto más hermosa que ningún hombre ni arcano ha visto jamás.
Buda cerro los ojos y el agua volvió a caer con su velocidad. El sabía que era especial, aunque si he de ser sincero, yo no te habría distinguido del resto.

1 comentarios:

almu dijo...

Lo has escribido tu?? mola.. voy a seguir leyendo... besitos

almu

 
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