Hombres y cerdos.

El tren la dejó en el centro de la ciudad y un taxi la acercó a la puerta del Corte Inglés. Una chica monísima le indicó que subiera a la cuarta planta, sección electrodomésticos. No era la primera vez que iba de compras por la capital (tampoco es que lo hiciera muy a menudo, el pueblo estaba lejos) pero sí la primera que iba sin su marido. Un cartel bien grande le indicó que había llegado a su destino. Levantó tímidamente la mano para llamar a una señorita que pasó de largo. Al instante una señora de mediana edad con un bonito uniforme apareció a su espalda ofreciéndose a ayudarla.
-Buenos días señorita, me gustaría comprar un congelador de esos con la tapa que se levanta así
-Por supuesto, usted lo que quiere es un arcón, acompáñeme y se los enseño” La dependienta empezó a interrogar a la mujer. -De cuantos litros lo quiere? - Al ver la cara de perplejidad continuó. -De cuanta capacidad?
-Aaaaah, litros es lo mismo que kilos no? Pues… unos cien.
-Bien… pues de esa capacidad sólo tengo esté que tiene dos espacios independientes, cada uno con su puerta.
Después de meditarlo un poco la mujer se decidió. –Está bien, creo que me lo llevo. Pero ahora necesitaré un hacha.

 
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