La mal querida..

Cuando nos conocimos yo pasaba caballo y ella buscaba algo que le ausentara de este mundo. Era raro, porque las personas que vienen a verme por primera vez están ya muy jodidas por otras drogas o algún conocido les ha dado a probar mi mierda, pero ella no. Ella vestía una mirada serena y una ropa elegante que cualquiera de los otros hubiera vendido para conseguir un chute. Recuerdo que cuando se fue pensé que no la volvería a ver más, todo el gramo en un solo chute y tendría el viaje hacia la luz más placentero que jamás habría soñado. Un mes después volvió a por más, fue entonces cuando me fije realmente en ella. No era solo elegante, también era preciosa y tenía una forma encantadora de atusarse el pelo. No quiso darme conversación cuando le pregunte para quien era, sólo me contestó que no me importaba y después sonrió. La siguiente vez tardó menos en venir, tres semanas. Pilló la misma cantidad, y la siguiente menos, sólo dos semanas. Yo le intentaba dar conversación, incluso intenté invitarla a cenar, pero ella siempre rehusaba. Al poco tiempo paso a ser un cliente como los demás, una yonki que venía todos los días a por la dosis justa para un pico. Sus ropas seguían siendo elegantes pero ya no estaban limpias, igual que su pelo y sus uñas, roídas por la impaciencia. Había días en los que no aparecía por mi casa y yo sabía que era porque no había conseguido el dinero suficiente como para pagarse un chute. Fue después de dos días sin verla cuando, viéndola entrar temblando le dije que si no tenía dinero para pagarme que viniera de todas formas que yo tendría algo para darle. Me había enamorado profundamente de esa mujer, me enamoré la primera vez que la vi cruzar la puerta.

Cinco días sin verla bastaron para que me preocupase. Los clientes vienen y sobre todo se van, pero no quería que ella fuera uno de los que ya no vuelven. Moví algunos hilos y conseguí la dirección de su casa. Allí me presenté con un ramo de flores para que pareciera que era un viejo amigo que iba a interesarse por su salud. La dirección me llevó a un chalet grande de las afueras, de esos en los que se puede adivinar un enorme jardín detrás de un muro de piedra de dos metros de altura. Sólo un video portero comunicaba la calle con aquel mundo interior. Un toque al timbre y una voz femenina con un acento que no pude situar que me increpó “que deseaba”, desear… “venía a ver a la señorita, hace tiempo que no la veo y quería saber si se encontraba bien” un ruido estridente me indicó que se había cortado la comunicación y al instante se abrió la puerta dejándome ver ese jardín que había imaginado. Un largo camino de piedra entre césped y palmeras y al final la enorme vivienda. Flanqueando la entrada vi a una mujer joven y fui hasta ella. No noté ningún atisbo de sentimiento en sus palabras, como si me estuviera dando el parte meteorológico me contó que “la señorita había sido ingresada en una clínica de desintoxicación de Suiza debido a sus últimos tonteos con las drogas”. Le di las gracias por la información y cuando me disponía a irme, entre titubeos me dijo “si de verdad le interesa, la señorita ya está casi curada, en un par de meses volverá a casa”.Volví a casa contento por saber que no había terminado como mis otros clientes, pero una punzada en el pecho me hizo darme cuenta que no volvería a verla. Cuando volviera a casa la familia la vigilaría y lo último que le dejarían es acercarse a mi barrio. Por eso me extrañó cuando la vi aparecer en mi salón. Todo sucedió muy rápido, un gracias, una sonrisa, un reflejo metálico, un sabor frío de su revólver en mis labios, y toda esta historia, fugaz, por mi cabeza. Y ahora cierro los ojos con fuerza esperando que esto pase rápido.

1 comentarios:

Caperuza dijo...

alaaaaaaa...Me gusta mucho..
Y este final..?¿ que ella va a darle las gracias?¿..imaginaba que lo dejarias sin que ella fuera a hacerlo...
Buena descripcion de donde viviria..y...la imagen que tengo en la cabeza al leerlo.
Sera mi inventiba..?¿?
chaito

 
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