Hasta los cocodrilos han dejado de llorar.

- Que cómo he llegado a trabajar en esto? Me viene de familia, mi madre se dedicaba a ello. Cuando yo era niño y mi madre no me podía dejar en casa de una vecina me llevaba con ella, fue entonces cuando empecé a valorar el trabajo que hacía mi madre.
- Pues se sorprendería de la cantidad de gente que contrata mis servicios, la mayoría por miedo a que los asistentes demuestren lo poco que querían al difunto.
- No me desagrada el término de “plañidero” pero prefiero que me vean como un “socializador de funerales”
- No crea que me resulta difícil, lo que sí es cierto que me es más fácil llorar por cosas que me emocionen. Intento visualizar a un hombre exhausto llegando a la meta en un maratón, un joven justo antes de declararse a ella, o un reencuentro en la terminal de autobuses. Los pensamientos tristes me dejan mal sabor de boca.
- Hombre… tampoco es que sea un trabajo sencillo, las cosas han cambiado, ahora me dedico a estudiar al difunto, averiguar lo que hizo bien y obviar en las conversaciones lo que hizo mal. Hoy por ejemplo he tenido una mañana complicada, mi primer cliente (aunque ellos ya no me puedan pagar me gusta pensar que el servicio se lo ofrezco a los difuntos) pues eso… mi primer cliente ha sido el dueño del horno de la plaza Real, lo conoce?... da igual, el hombre hacía las mejores tortas de la ciudad, pero todo aquel que lo conocía lo odiaba. El sepelio estaba repleto de oportunistas que iban a mostrarse delante de la viuda y futura dueña del negocio y de vecinos que habían ido a cerciorarse que ya no respiraba. Como comprenderá, el ambiente no era para nada de tristeza. Me he dedicado a ir de grupo en grupo hablando de las pocas bondades del difunto para ablandarles un poco el alma, y luego me he retirado a una esquina. Como si se tratase de un concierto de música barroca he comenzado a llorar suavemente subiendo poco a poco para que los asistentes se fijaran en mí. Pronto han venido dos hombres de mediana edad a intentar consolarme, pero entonces el llanto ha ido in-crescendo a la vez que me dirigía hacia el féretro, donde he roto a llorar de una forma casi exagerada. Los presentes no han podido resistirse y mi llanto se ha contagiado como llevado por el viento. Ha sido una actuación sensacional!
- Mis amigos no opinan sobre mi trabajo, lo único es que no les gusta que coincida con ellos en algún entierro.
- Ya lo tiene todo?...
- De nada, ha sido un placer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguro que esto lo has escrito sobre papel blanco rayado? No me lo creo... me ha gustado! ;)

Anónimo dijo...

Nueva fachada, nueva libreta (aunque sea con rayas!!!) y nuevos destinos... ya has pasado por mi casa. Renovarse o morir.

Sobre la entrada; tengo un punto en común con el protagonista, a mí también me parece más fácil llorar de alegría que de dolor.

Éste, también, me ha gustado.

Anónimo dijo...

Lágrimas, amargas unas veces, las dejas caer desde tus ojos por tus mejillas y desemboncan en una precipio que es tu barbilla.. dulces otras, por cosas buenas, por amor, por amigos, de risa.. lagrimas, agua , vida...
Te acompañan siempre, escondidas tras tus ojos y no dudan en salir, imposible retenerlas.. caen una y otra y .. ya no hay nada que hacer.
Me ha gustado, curioso trabajo el de tu "amigo".
Al

 
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