No todo está perdido.

Después de escuchar la noticia cerré los ojos y creí hallarme en otro tiempo. En ese tiempo donde los caballeros portaban sombreros de ala ancha y las personas defendían su honor con duelos al amanecer, porque lo más importante para una persona era su honor. Ese tiempo en el que existían códigos de honor no escritos que eran respetados por todo el mundo. Pero al abrirlos, me di cuenta que eso del honor era una cosa en desuso, algo que se presuponía y se colocaba con letras plateadas en las puertas de los despachos y que cada día, las noticias, se encargaban de confirmarlo.
Por suerte, al igual que perduran las viejas leyendas de marineros, también perduran algunos de esos antiguos códigos de honor en los que prevalece la humanidad y que hacen que unos pescadores antepongan la condición humana a estúpidas normas de países con dirigentes que tienen su nombres pateados pegados en las puertas de sus despachos.

1 comentarios:

Pau dijo...

aun no he terminado de leer el anterior..no he parado mucho tiempo por casa..

mua!

 
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