Nada es lo que parece.

Le despertó la luz del sol. Pensó que se le había olvidado, otra vez, bajar la persiana antes de acostarse. Se hizo el remolón un rato más pero la luz del sol se le antojaba ya insoportable. Giró el cuerpo y se puso boca-arriba, intentó abrir los ojos poco a poco pero no pudo, decidió darse la vuelta para que el sol no le incidiera directamente al rostro. Tras un par de minutos comenzó a ver algo y lo que vio le dejó un poco desconcertado; en el suelo había una especie de niebla y todo a su alrededor era azul. Cinco minutos más tarde ya podía abrir los ojos con normalidad, pero seguía viendo lo mismo, azul. Se puso en pié y dio dos pasos apresurados, pero dos, no más. Estaba al borde de algo, no era un acantilado pero sabía que ahí se acababa. Miró hacia abajo y vio montañas y poblados, igual que los vería un pájaro. Riéndose de sus propias conclusiones se dio cuenta que estaba en una nube, pequeña todo sea dicho. Intentó recordar como había llegado hasta allí pero no lo consiguió.Le daba igual, la vista era preciosa, la sensación increíble, nunca mejor dicho, estaba como Dios.
Ilusionado como un niño el día de su cumpleaños, se puso a gatas en el borde de la nube y disfrutó de su viaje. No sabía por donde estaba pero vio praderas, campos de fútbol, castillos, ciudades, mares y ríos.
Al tiempo de estar ahí se dio cuenta que se aburría, no podía comentar con nadie lo que estaba viendo. Tenía hambre y mucha sed y no parecía haber nada con lo que poder alimentarse. Así que sin pensárselo mucho se acercó al borde, cerró los ojos y se dejó caer.

2 comentarios:

Pau dijo...

un suicida??

almu dijo...

me gusta la foto...

 
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